miércoles, 30 de noviembre de 2016

L'Alina té 12 anys i ja està a les portes de l'adolescència. Diu que sap molt bé de què va tot això de l'adolescència, perquè li han explicat i perquè té un germà gran que està passant per aquesta fase.

En aquest vídeo, l'Alina ens dóna la seva opinió respecte alguns aspectes fonamentals de l'adolescència: els amics, els pares, la visió d'un mateix... I ens dóna enriquidora visió al parlar del que li preocupa d'aquesta etapa en la que està a punt d'entrar amb la que segur que tots ens podem sentir identificats.

¿Qué piensan los adolescentes? ¿A que retos se enfrentan?


ALGUNOS RETOS DE LOS ADOLESCENTES

Mónica, Joan y Albert son tres jóvenes de 14 años que cursan 3º de la ESO en una escuela de Badalona. Son buenos estudiantes y dedican su tiempo libre al deporte, estudiar inglés y quedar con sus amigos. Aparentemente, son adolescentes felices con estilos de vida saludables y bien dirigidos, seguramente fruto del esfuerzo de sus respectivos padres por ofrecerles una buena educación desde pequeños.
Con todo, charlar con ellos acerca de la etapa vital que están viviendo sirve para darse cuenta que hasta los adolescentes más estables, aquellos que no encajan con el estereotipo que la sociedad tiene de los jóvenes de entre 12 y 18 años aproximadamente, saben muy bien a qué retos se enfrentan en esta fase de su vida y experimentan numerosas presiones por encajar y prosperar entre sus iguales. Estos son algunos de estos retos:

Encaja con los demás

Ser diferente es un riesgo que no nos podemos permitir, porque nos expone demasiado y podemos ser objeto de burlas, de insultos… Hemos de vestir, hablar, pensar y actuar como la mayoría de nuestros iguales, porque sólo así seremos aceptados como uno más de grupo y sólo entonces podremos aspirar a la tan ansiada popularidad. Ser popular parece la fórmula del éxito, la manera definitiva para conseguir todo lo demás.

Define tu identidad

¿Quiénes somos? ¿Qué nos gusta, qué no nos gusta? Aunque deseamos parecernos a los demás, no podemos negar que también queremos saber qué nos hace diferentes. La música, los hobbies, la ropa, el estilo… son cosas que tenemos que explorar para definir quiénes somos. Los hay que arriesgarán con estilos atrevidos y harán de ellos su sello de identidad, mientras que otros decidirán ser más conservadores y mantener un estilo estándar.

Deja de depender de tus padres

¡Ya no somos niños! Nuestros padres nos quieren, sí, pero no parecen entender muy bien que ahora ya tenemos edad para tomar nuestras propias decisiones, aunque les parezcan equivocadas. Es difícil mantener el equilibrio entre ser como tenemos que ser para encajar y ser como nuestros padres quieren que seamos… Y este reto nos supone a menudo discusiones o ambientes tensos con nuestros seres queridos. Ojalá simplemente entendiesen que necesitamos libertad y nos la concediesen.

¡Aprueba el curso!

No podemos dejar los estudios olvidados, o repetiremos curso. Por si no fueran pocas las preocupaciones que ya tenemos, el instituto nos pone una presión importante con exámenes y trabajos constantes. Y si dedicas mucho tiempo a estudiar, no tendrás tiempo para todo lo demás: amistades, fiestas, experiencias… ¿cuándo harás todo esto si no lo haces ahora? Detrás de este reto están las expectativas de nuestros padres, que quieren que tengamos largas y prósperas carreras profesionales… ¡cuando la mayoría de nosotros no tenemos ni idea de qué queremos hacer el mes que viene, cómo vamos a saber qué querremos hacer después del instituto!

Piensa en novios/as

Comenzamos a notar la presión por fijarnos en los demás en un sentido diferente al de la amistad. Y también notamos la presión por ser atractivos para los demás, ser considerados potenciales parejas. Y ser atractivo con un cuerpo que cambia día a día no es precisamente fácil… los hay que dedican a este reto muchísimos esfuerzos y otros, en cambio, se inhiben y prefieren dejarlo para más adelante. ¡Pero la presión es la misma para todos!

Conoce el mundo de los adultos

De pronto, muchas experiencias que hace un tiempo parecían prohibidas se presentan al alcance de nuestra mano: las fiestas, las drogas, el sexo, el alcohol… La curiosidad por experimentar estas cosas es difícil de contener, y aunque nos hayan advertido de las consecuencias, la mayoría de nosotros deseamos probarlas en primera persona para saber lo que se siente. Y no podemos negar que atreverse a experimentar es otra manera de ganarse el respeto de nuestros semejantes y ser popular.

jueves, 24 de noviembre de 2016

Algun dels vostres fills no parla encara del tot bé? Coneixeu algun infant amb problemes de parla?



Algun dels vostres fills no parla encara del tot bé? Coneixeu algun infant amb problemes de parla? Què poden fer els pares o familiar per ajudar a l’infant amb problemes de parla?


Avui us presentem una sèrie de pautes que poden anar bé per aquells casos en que els familiars vulguin ajudar als nens a parlar una mica millor.

- Mai s'ha de corregir de forma brusca o dir-los que parlen malament, això els crearia inseguretat i la por a comunicar-se amb els altres. Eliminar correccions del tipus "això no és així". En el seu lloc repetirem la frase o paraula de forma correcta.



- S'han de crear situacions en les que tinguin, des de petits, que relacionar-se amb altres nens i parlin.



- Fer-los llegir llibres des de petits.



- Llegir-li per donar suport al seu desenvolupament de la parla i el llenguatge.



- Fer-los participar en activitats culturals en què, en general, es fa un ús correcte del llenguatge.



- Si s'equivoca, donar-li el model correcte de pronunciació. Mostrar-models lingüístics adequats a la seva edat.



- Que el nen imiti a l'adult amb la paraula que no pronuncia bé.



- Pronunciar-li les paraules en veu alta amb claredat.



- No angoixar ni pressionar-lo perquè parli bé.



- No respondre per ell, deixar que s'expressi lliurement.



- Donar-li temps per respondre.



- Adoptar una actitud positiva davant del nen, animant i felicitant-davant els seus progressos.



- Reforçar positivament els seus avenços "molt bé", bona feina ".



- Qualsevol moment és idoni per estimular el llenguatge i crear situacions comunicatives, aprofitem situacions quotidianes (supermercat, anar en metro, una excursió al zoo, etc.), com es fa amb la resta dels nens.


martes, 22 de noviembre de 2016

MAMÁ, ¿POR QUÉ SOY DIFERENTE?


“¿Por qué no puedo jugar fútbol con mis amigos en el equipo de la escuela?, ¿Por qué tengo que jugar en un equipo donde todos los niños tienen problemas como yo?, no quiero usar pantalón corto, no necesito Velladora, quiero subir solo por las escaleras con mis amigos, ¿por qué me cuesta tanto entender los problemas de matemática?”.

Preguntas que teníamos que responder cada día en las cenas de casa durante dos meses.

Las semana pasada os conté lo que significa ser padre de un maravilloso BEBE PREMATURO. Os relaté un poco la historia de lo que han sido los primeros siete años. Ahora estamos en los 10, lo que le llaman actualmente entrada de la Pre-Adolescencia.

SER DIFERENTE…; fue la mayor preocupación de nuestro hijo cuando comenzó tercer grado de primaria. El enfrentarse con la realidad de no poder hacer las mismas actividades deportivas que sus amigos; a no entender algunos problemas de matemáticas y a no hacer letra ligada como lo hacían los demás de su clase.

Nuestras conversaciones en la mesa durante muchas cenas eran el explicar por qué todos éramos diferentes y la importancia de las diferencias.

“Hijo; todos los bebes, niños, adultos, ancianos, animales y plantas son diferentes. Todos los seres vivos somos diferentes. Unos son altos, otros rellenitos, unos tienen lentes, muchos ancianos no tienen dientes, algunos deportistas tienen una sola pierna, otros dos, algunos tienen pecas, otros el color de cabello rojo, hay algunas personas que no caminan y otras que no hablan, también hay niños que se les da bien las matemáticas y a otros se le da mejor las lenguas. Hay niños que les gusta jugar fútbol y hay otros que le gusta el básquet, la mamá tiene el cabello negro y la tía lo tiene rubio, tú tienes una memoria increíble y tu mejor amigo un despistado, pero increíble matemático Todos somos diferentes y es que si no los fuésemos el mundo sería muy aburrido. La belleza de las cosas está en las diferencias”. Esto era una parte de nuestras conversaciones diarias, ensenarle a entender la diversidad.

También nos decía que tenía muchos problemas porque caminaba diferente y que no corría tan rápido como sus amigos de clase, a lo que respondíamos la gran mayoría de las veces con comparativas de fútbol; su deporte preferido…

Tú crees que tienes un problema porque caminas diferente, o porque no juegas con tu clase, pero la realidad es que tenemos que acostumbrarnos a jugar en diferentes equipos y a entender que NO siempre podemos estar, en donde creemos que queremos estar y te explico por qué con algunos ejemplos.

Muchos jugadores de fútbol quisieran jugar en el Barça o el Madrid, sin embargo no pueden, bien sea por la edad, por su estilo de juego, su condición física o simplemente porque no pueden coger a ninguno más en el equipo. Ahora te pregunto, si todos los jugadores de España juegan en el Barça o en el Madrid, crees que existiría la liga, la copa del rey, la champions. El fútbol sería aburrido, no tendríamos competiciones durante el año

También me gustaría que pensaras si todos los niños de tu clase juegan en la selección de tu colegio. Su respuesta inmediata fue un NO. Por supuesto que no todos los niños de la clase juegan en la selección porque, solo en tercero de primaria hay cinco líneas y en cada una de ellas 28 niños. Cuantos jugadores necesita un equipo de fútbol. 7 o 11, más lo suplentes verdad? Pues de los 140 niños que hay en tercero solo pueden jugar 22. Los otros 118 niños no pueden, o si juegan?.  No mamá, fue su respuesta. Pues tu estas entre los 118 que no pueden jugar en el equipo del cole. Sin embargo tienes la oportunidad de jugar en otro equipo que se llama Disport, campeón de la liga catalana de fútbol de parálisis cerebral y sub campeones de España, imagínate lo bien que debes jugar que te ha fichado el actual campeón de Cataluña. Imagínate lo bien que debes jugar, que te permiten estar en el equipo.  Asentando la cabeza me responde: “Es verdad mamá, ¿tú crees que juego bien?, Joaquín siempre me dice que soy bueno?”. A lo que le respondo por supuesto que eres bueno y es fantástico que puedas jugar con ellos.
Puedes jugar futbol, nadar, ir de colonias, aprender a cocinar, sabes montar a caballo, puedes aprenderte un párrafo de memoria en muy poco tiempo, puedes lanzarte en tirolinas, escalar. No veo que seas diferente porque algunas cosas deban estar adaptadas para ti y otros muchos niños como tú.
 Esta eran nuestras conversaciones diarias, sin embargo en algunas ocasiones te quedas sin respuestas a tantas preguntas y sin aliento para resolver tanta incertidumbre.

Los dictados, los problemas de multiplicación de dos cifras, el entender los números decimales y las copias de párrafos en inglés, era la orden del día en casa. Inventas estrategias para ayudarle a entender los problemas, pero es que nosotros aprendimos con métodos distintos a los que enseñan en la actualidad.

Entendimos que no podíamos ayudarle, solo le confundíamos más. En ese momento decidimos buscar ayuda de un profesional. En este momento necesitábamos la ayuda de un psicólogo para que trabajara con nuestro hijo la confianza y el autoconocimiento de sí mismo, y un psicopedagogo que le diera estrategias que le permitiera entender las matemáticas.

Ese mismo año, venia un bebe en camino, un hermano, un compañero para jugar un miembro más. La familia crecería un poco más.
Un día le comenté a la fisioterapeuta que venía cada mañana a casa, que tenía en la cabeza abrir un centro que tuviese todos los especialistas que nuestro hijo necesitaba y que al mismo tiempo pudiésemos ayudar a otros niños. Su respuesta inmediata fue, que siempre había soñado con abrir un centro integral de atención infantil.  “Si abren un centro cuenten con todo mi apoyo”, aseveró Lady Contreras, en ese momento.

Bastaron cinco meses para hacer toda la planificación del centro que queríamos abrir, que especialidades íbamos a tener y que métodos se iban usar. Con la firme convicción de que el principal objetivo sería el ayudar a otros niños y papas en situaciones similares a las nuestra.

Unas ideas fijas estaban en mi mente: El centro debe tener todas las terapias que el niño necesita en un mismo lugar, los profesionales que trabajen deben entender al niño como un todo y no como un paciente y tenemos que facilitar la vida a los padres. Cuando pensaba en facilitar la vida a los papas también pensaba mucho en nosotros, porque teníamos un nuevo miembro en la familia y era muy importante la conciliación familiar.

Le comenté a la fisio, ahora gran amiga de la familia, que la filosofía del centro sería entender al niño como un todo y que el trabajo que los terapeutas realizaran sería bajo esa filosofía. Solo faltaba un nombre. Queríamos que el nombre hiciese alusión a los pequeños de la casa. Decidimos llamarle Pequitos.

El primer trimestre del tercer curso de primaria de nuestro hijo mayor, arrancó lleno de incertidumbre, sin embargo, esa incertidumbre se convirtió en energía positiva y en la vitamina necesaria para sacar un proyecto adelante. Esa vitamina no solo provino de nuestro hijo, sino también vino de sus maestros del cole, de su fisioterapeuta y de su abuela Eldy que viajo a España para ayudarnos en la logística familiar, de los avis Amelia, Javier, la super tieta Amelia y la bisabauela Enriqueta que nos respaldaron económicamente. Sin la ayuda y el respaldo de toda la familia lejos en distancia pero cerca en el corazón, Pequitos y nosotros cuatro no hubiésemos contado con la energía necesaria para este nuevo gran proyecto.

Los maestros de 3ero y 4to de primaria fueron grandes protagonistas en la vida de nuestro hijo, porque sacaban a relucir todas sus virtudes y enseñaron a su clase a respetar, valorar y quererse con sus virtudes y defectos. Sus maestros Raquel, Nin y Mireia, estaban en casi todas las cenas familiares durante dos años, ahora en quinto aún lo recuerda. Maestros maravillosos.

En cuarto grado hubo un hecho que marco la vida de mi hijo y nos enseñó lo importante que pueden ser los maestros cuando trabajan con amor y vocación. Nuestro hijo había hecho la biatlón con la clase y acompañado en todo momento de su profesor. Fue una experiencia maravillosa.

Ahora en 5to me dice que se siente muy afortunado y feliz, porque está en el mejor equipo de fútbol de Cataluña, Disport, tiene unos entrenadores increíbles, Joaquín y Albert, y unos compañeros de equipo que le enseñan mucho. Me dice que se siente feliz en el colegio y siempre tiene la suerte que le tocan los mejores profesores de la Salle, “porque Maite es increíble mamá”. Se siente feliz de enseñar a su hermano a jugar al fútbol, leerle cuentos y jugar al pilla pilla. En sus palabras también están estas frases: “Tengo los mejores amigos del mundo, mi familia de Venezuela es la más grande  del mundo. También tengo familias adoptivas como los Gonzalez y los Martinez. Tengo una abuela adoptiva en Ciruelos de Cervera, tengo unos primos en Suiza que siempre me cuidan, tengo una prima adoptiva que se llama Carla en Mataró  y también tengo otra familia adoptiva de argentinos y venezolanos. Cuanta familia tengo mamá”.  


En estos 10 años de aventuras y desventuras, alegrías y tristezas, esperanza y desesperanza nos han enseñado a disfrutar de las pequeñas cosas y que el amor rompe barreras, mueve montañas y llena pozos profundos de felicidad.

Culmino mi relato animando todos los padres y familias que comienzan un camino lleno de aventuras y desventuras a que disfruten cada momento, cada experiencia y cuando el desánimo se asome por la puerta de casa, le despachemos buscando los mejores recuerdos y mirar todo lo que hemos conseguido.

El camino no es plano, ni recto, está lleno de cuestas y obstáculos. Sin embargo nuestros hijos nos dan la energía necesaria para romper barreras y hacer caminos ajustados a sus necesidades, de allí el nacimiento de nuestro tercer Hijo: PEQUITOS. Que ha nacido para aplanar el camino ya no solo de nuestra familia, sino de 178 niños y familias que atendemos.

Al final de la semana os mostraré el relato a través de un mini documental que han realizado tres jóvenes voluntarios de la Asociación Pequitos, para un proyecto que tenían en mente sobre,  la voluntad ante las adversidades. Relata un poco nuestra historia y con la que muchos os sentiréis identificado.

Feliz comienzo de semana.
Rebeca Linares

lunes, 14 de noviembre de 2016

TENDRÁS UN BEBE PREMATURO... Tienes Insuficiencia Placentaria y tu embarazo no llegará al final...

Tienes insuficiencia placentaria, tu embarazo no llegará al final, intentaremos alargar el embarazo el mayor tiempo posible, pero no será un embarazo a término, tendrás un bebe prematuro". Ha llegado el día…

Han pasado 28 semanas y tu hijo solo pesa 830 gramos, pero no puede permanecer más tiempo en tu vientre porque no se está alimentando correctamente. Para garantizar el bienestar del bebe debe estar fuera en una incubadora y en cuidados intensivos neonatales.

 Todo irá bien, dicen los médicos y efectivamente todo fue bien, solo que pasado cinco días del nacimiento, el neonatólogo de sala nos informa que las ecografías de nuestro hijo revelan múltiples hemorragias en su cerebro.

Hay que esperar su evolución y realizaremos una resonancia magnética para determinar con exactitud el grado de su lesión, dicen los médicos nuevamente. Pasaron 15 días y se confirma su lesión.

Ese día también pudimos sentir por primera vez a nuestro pequeño, piel con piel. La noticia de su pronóstico ya no tenía importancia, en ese momento solo importaba la emoción de tener a nuestro hijo en nuestro pecho. Una sensación indescriptible, por fin… podíamos sentir la suavidad de su piel, tocar su cara, manos y espalda.

 Desde el día 15 nuestras vidas cambiaron porque las visitas ya no eran a través de un cristal, sino que podíamos cargarlo, limpiarlo, cambiarle el pañal. Esperábamos con ansias que fuesen las 11:00, las 15:00, las 17:30 y las 24:00; eran las horas y los momentos que teníamos para coger a nuestro pequeño. Pasaron cinco semanas y ya lo podía amamantar, una tarea difícil por lo pequeño de su boca, pero con la orientación adecuada de las enfermeras lo conseguimos. Un equipo de cuidados neonatales excepcional.

 Un día a las cinco de la tarde, el neuropediatra y el neonatólogo de sala se acercan y nos dicen que la evolución de nuestro pequeño era muy buena pero que seguramente tendría muchas secuelas. Seguramente no podría hablar, tendría algún retraso cognitivo, no nos podían decir si du desarrollos sería normal. “El tiempo lo dirá” fue la última frase de los médicos en esa reunión.

 Llega el día del alta, y experimentas sensaciones de alegría, miedo, desconcierto y emoción porque lo tendrás contigo todos los días y desconcierto porque no sabes si podrás sola.

 Papá tiene que ir a trabajar durante el día. Nuestros padres están en otro país, todos tus amigos y amigas trabajan. Que pasará ahora, podré darle todos los cuidados que necesita y ahora que, porque no llega a los dos kilos de peso; vamos a casa y la mayoría del tiempo estaremos solos.

 Sin embargo el amor de madre, el apoyo incondicional de papá, que aunque trabajará llamaba cada dos horas para saber si todo estaba bien, el apoyo de la bisabuela y de un primo hermano acabado de llegar fueron la compañía perfecta.
Tu pequeño comienza a ganar peso, a crecer, a balbucear, a sentarse, a gatear, a probar nuevos alimentos, a decir mamá y papá, aparentemente un desarrollo normal a pesar de las lesiones que tenía y de las que no hablamos hasta que cumplió 14 meses, cuando ya empezamos a notar un retraso evidente para caminar. Caminaba con su caminador, cogido a las paredes, a la cuna, a la mesa, cogido de las manos de un adulto, pero cuando llegaba el momento de soltarse para ir de un lugar a otro se caía.

Hablamos con el neonatólogo para explicarle nuestra preocupación porque ya comenzábamos a notar las secuelas de sus lesiones cerebrales y nos remite a una fisioterapeuta y una terapeuta ocupacional. Era el momento de comenzar con la rehabilitación. Comenzó hacer terapia 30 minutos dos días por semana, cumplió dos años y su evolución era la misma.  

 Ese día mi marido y yo tomamos la decisión de que uno de los dos tendría que dejar de trabajar para dedicarnos completamente a la recuperación de nuestro pequeño.

 Aprendimos de la fisioterapeuta y de la terapeuta ocupacional del hospital algunas cosas, compramos libros de estimulación temprana y de neurorehabilitación y me convertí en una terapeuta más.

 Hacíamos estiramientos, cambios de postura, trabajábamos el equilibrio, el vocabulario con fichas, hacíamos construcciones con legos, veíamos videos, escuchábamos música cada día, cantábamos canciones, probábamos texturas y aprendió a comer solo. Durante el día hacíamos un sinfín de actividades que le permitieron incorporarse y adaptarse a una guardería ordinaria como un niño más.

Cuando nuestro pequeño comenzó ir a la guardería decidí incorporarme nuevamente al trabajo. Pensamos que la guardería le iría muy bien porque el estar con otros niños de su edad ayudaría su desarrollo y mejoraría sus habilidades. Fue la mejor decisión que pudimos tomar, porque su lenguaje enriqueció, aprendió a expresarse en dos lenguas, aprendió a comer cosas nuevas, a desenvolverse en diferentes entornos y a usar estrategias para llegar donde no podía hacerlo.
 Llega el momento de mirar escuelas porque pronto tendría que ir a P3 y queríamos que continuara en la escuela ordinaria porque podía seguir aprendiendo y hacer nuevos amigos.
 Nuestro hijo cumplió tres años y aún no camina solo. La fisio nos decía que seguramente no caminaría y si lo hacía, tendríamos que esperar a que madurara.  Decidimos que no podíamos esperar a que el tiempo lo dijera todo. Teníamos que actuar, 30 minutos a la semana no era suficiente.  Buscamos la opinión de otros especialistas que diferían del pronóstico de su neurólogo y fisioterapeuta inicial.

 Comenzamos la maratón de resistencia. Buscar otras opiniones y buscar un centro privado en donde pudiese hacer más fisioterapia a la semana.  Nuestro pequeño necesitaba hacer fisioterapia intensiva para aprender a mantener el equilibrio y poder caminar.

 Pasado un año de viajes al extranjero para que le infiltraran, viajes a diferentes centros del país y la ciudad, nuestro pequeño comenzó a caminar sin ayuda. La primera vez que nos soltó de la mano estábamos en un centro comercial y dio 23 pasos, no lo podíamos creer, la emoción fue tal que nos pusimos a llorar. Al día siguiente fuimos a plaza Cataluña para darle comida a las palomas porque le gustaba. Nos soltó de la mano nuevamente y perseguía a las palomas, se caiga, le ayudábamos a levantar y nuevamente nos soltaba. Mi marido y yo dijimos: lo ha conseguido.

Desde ese momento comenzó a coger más confianza en sí mismo y aprendió a caminar sin ayuda. Su andar era diferente, pero por fin, ya no necesitaba el caminador, había ganado equilibrio. Ahora solo quedaba enseñarle la forma correcta y ayudarle a que fuese más autónomo.

 Cuando nuestro hijo comienza el tercer nivel de educación infantil nos dicen en la escuela que teníamos que sacar el certificado de discapacidad para poder pedir un recurso de velladora que pudiese acompañar a nuestro hijo en los desplazamientos. ¿Un certificado de discapacidad? preguntamos… Nuestro hijo no es un discapacitado.

 Nos enfrentamos con muchas personas del entorno educativo, hasta que una psicopedagoga utilizando las palabras adecuadas nos hizo entender la necesidad del certificado. Esa palabra no nos gustaba, a la familia tampoco, pero era a lo que nos teníamos que enfrentar si queríamos que nuestro hijo se beneficiara de las ayudas que daban a la escuela.

Todo el periodo de educación infantil lo dedicamos a compaginar la escuela ordinaria con las terapias, nuestros trabajos y la casa. La evolución de nuestro pequeño era muy buena.
Sin embargo, cuando nuestras vidas estaban en calma, de repente enfermé, me ingresaron durante una semana por un brote agudo de colitis ulcerosa, papá estaba dando formación fuera de la ciudad y me encontré sola, en una clínica y mi hijo en la escuela. Afortunadamente hicimos muy buenos amigos en el colegio, que se convirtieron en familia y se encargaron de nuestro pequeño.

 Mi madre viajo con urgencia para cuidarnos pero a pesar de que tenía el apoyo de mi madre entré en depresión, todo me daba ganas de llorar y no entendía por qué nos estaba pasando esto, si nuestro hijo estaba mejorando. La situación de estrés que había vivido los últimos cinco años, era la causa de mi enfermedad.

 Mi marido fue mi príncipe azul en ese momento, me rescató de lo que pensaba que era el abismo y en ese momento decidí buscar ayuda especializada. Pasaron dos meses, y mi vida recobró de nuevo sentido. Pero ya no podía seguir siendo una buena empresaria, ser la terapeuta de nuestro hijo, ser ama de casa, buena esposa, transportista, ir al parque todos los días, en fin… Esa situación tenía que cambiar. Nuestro hijo comenzaba primer grado de primaria y necesitaba una vida más escolar, compartir con sus amigos, asistir a todas las clases sin interrupciones por las terapias y sus papas necesitaban un poquito de tiempo para ellos.

 Comenzamos aceptar la situación que nos esperaba en el futuro y a ver las cosas de forma distinta, por fin entendimos que nuestro hijo tenía capacidades diferentes y que tendríamos que convivir con ello de la forma más natural y feliz posible.

 Disfrutar de las pequeñas cosas sería la fórmula que aplicaríamos en adelante y no mirar lo negativo sino sacar lo bueno de todo aquello que habíamos vivido. Tuvimos dos años de mucha tranquilidad y comenzamos a disfrutar de tiempo para los tres y tiempo para cada uno. Ya nuestro hijo se quedaba a dormir en casa de sus amigos algunos fines de semana, en los meses de verano se iba de colonias, nosotros podíamos ir de cena con amigos nuevamente y permitirnos momentos de intimidad.

Pero a medida que los niños se hacen mayores, surgen nuevos obstáculos: el ser diferente

Cuando nuestro hijo comenzó tercer grado de primaria nos preguntaba porque él tenía que llevar férulas y porque era diferente que sus amigos. Nos preguntaba “¿Por qué no puedo jugar fútbol con mis amigos en el equipo de la escuela?, ¿porque tengo que jugar en un equipo donde todos los niños tienen problemas como yo?, no quiero usar pantalón corto, no necesito Velladora, quiero subir solo por las escaleras con mis amigos, ¿por qué me cuesta tanto entender los problemas de matemática?”.

 Ahora estábamos entrando en una nueva etapa: la aceptación y el autoconocimiento de sí mismo y teníamos que comenzar a trabajar.

Preocupados por lo que comenzaba a venir, mi marido y yo decidimos que era el momento de trabajar en el aspecto psicológico, psicosocial y reeducación en razonamiento lógico de nuestro hijo, además de seguir con la fisioterapia que seguía haciendo, pero en casa con una fisioterapeuta particular que habíamos contratado.

 Le dije a mi marido, no quiero la situación de estrés que ya vivimos hace cuatro años.  Necesitábamos un lugar que tuviese todo lo que nuestro hijo necesita sin que rompiera con sus hábitos y rutinas diarias. No desafortunadamente no lo encontramos. ¿Qué hicimos?...


Rebeca Linares Castellanos